Marta Beltrán

Artista

sobre la artista

Marta Beltrán (Granada, 1977) explora la expansión del dibujo desde el registro diario en pequeño formato hacia el gran formato y la instalación monumental. La principal motivación es la representación de la figura femenina como expresión de contenidos inconscientes y emocionales. A partir de la identificación con prácticas de ficción que tienen a las mujeres como protagonistas dentro del cine y la literatura, pretende acercarse a una nueva narración subjetiva.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, cursa un año de licenciatura en la Universidad de Loughborough, Inglaterra, gracias a una beca Erasmus. Posteriormente realiza estudios de postgrado en varias universidades (Granada y Madrid).

En la actualidad (2020), expone en la Galería Puxagallery de Madrid, “Life is Sweet”, algunas de sus piezas resultado de los últimos proyectos individuales (2019 – 2018), como “El juego de la libertad: furor”, Diputación de Huelva, beca Daniel Vázquez Díaz; “Ojos de un extraño”, premio de dibujo Fundación Gregorio Prieto, y “La vendedora de fósforos”, premio de dibujo DKV-MAKMA. Durante el pasado año ha participado también en varias residencias, en el C3A de Córdoba y en la Fundación Valparaíso en Almería. En 2017- 2016 sus proyectos han sido elegidos para diversas convocatorias, como Montaña Negra en el C3A, Córdoba y 5.ª Edición Masquelibros – BMM, Madrid; y premiados, así mismo, con una Ayuda a la Producción de la UGR, Granada. Con ella lleva a cabo la exposición individual La Ceremonia en el Hospital Real de Granada, comisariada por Susana Blas, que continúa itinerante al Espacio 13 de Sevilla, y en la que se recogen una selección clave de trabajos realizados de 2013 a 2016.

Ha participado, igualmente, en numerosas ferias y exposiciones colectivas, recientemente se señalan, DrawingroomLisboa (2020), “Des- Works on Paper”, galería ATC, Santa Cruz de Tenerife (2020). “Beltrán, Chanivet, De la Cruz, Del Castillo, Montesinos, Ramírez”. Residentes C3A, Córdoba (2019). Likes 2019 en Puxagallery, Madrid; La cabeza antes que el ojo, galería Birimbao, Sevilla (2019); Creamos luego exisitimos, Museo de Huelva (2018); en las ferias de arte Marte, Castellón y JustMAD, Marid (2018); Tiempo de luz, artistas visuales de Andalucía, MUPAM, Málaga; No somos tan raras, Combo – La Fragua, Córdoba; FACBA, Facultad de Bellas Artes, Granada (2016); y Los amigos invisibles, Museo Carmen Thyssen, Málaga (2015). Entre otras residencias artísticas disfrutadas últimamente cabe destacar la realizada en La Puebla de Cazalla, desde la Concejalía de Cultura y en colaboración con el centro Ocupacional, Sevilla (2016), y en La Térmica, Málaga (2015).

Durante 2020 y 2019 recibe de la Junta de Andalucía una subvención para artistas con motivo del Covid, es finalista en XIII Premio Pintura y Artes Plásticas La Rural, la 80 Exposición Internacional Artes Plásticas Valdepeñas y recibe Mención de Honor en el XII Premio de Pintura y Artes Plásticas La Rural, La Carolina, Jaén. Anteriormente ha sido finalista también en importantes premios de pintura y dibujo como Focus Abengoa (2015, 2014), Gregorio Prieto (2015, 2007), Ciudad de Alcalá (2015) y Real Academia de Bellas Artes de Granada (2008, 2007, 2005) y ha sido premiada con la Beca Iniciarte para proyectos artísticos (2006) y las becas de creación Al Raso (2006) en Granada y AECI en Luxemburo (2001). Entre sus exposiciones previas individuales destacan Indifference to death, (2014), en el Palacio de los Condes de Gabia de Granada, La Casa de la Palmera (2013 – 2012) en la sala independiente TRN y ¿En qué estaba yo pensando? (2009) en el Instituto de América de Santa Fe de Granada.

Tiene obra en las colecciones: Diputación de Huelva, beca Daniel Vázquez Díaz, 2019; DKV, premio DKV-MAKMA, Fundación Gregorio Prieto, premio de dibujo, 2018; Universidad de Granada, ayudas a la producción, 2017; Diputación de Málaga, residentes La Térmica. 2017.

Textos Críticos

La ceremonia de los secretos

«No sé realmente lo que significa ser una mujer libre o una mujer liberada, ni siquiera sé cuál es la diferencia entre un hombre libre y un hombre liberado. Soy una de esas mujeres que han tenido la posibilidad, la intuición o el privilegio de entender lo absurdo del sexismo masculino». Agnes Varda

En La ceremonia, Marta Beltrán (Granada, 1977) ha diseñado un proyecto específico de dibujo para El Hospital Real. La muestra, que toma su título de una película de Claude Chabrol (La cérémonie,1998), compila el trabajo y las últimas investigaciones de la autora, eligiendo algunas de sus series clásicas en tinta china negra sobre papel, junto a nuevas piezas de gran formato que ahondan con más contundencia en su principal motivación: el análisis semiológico de la imagen de la mujer, fundamentalmente en la cinematografía, desde una mirada intuitiva y emocional que permita desvelar los estereotipos, las ideas preconcebidas y las imposiciones sociales que este colectivo soporta.

La autora expresa así su procedimiento y actitud: «A partir de la identificación con prácticas de ficción realizadas por mujeres, o que tienen a estas como protagonistas, ya sea en la literatura, el cine o el cómic, pretendo construir una nueva narración subjetiva. El proceso se inicia con la apropiación de fotografía documental, fotogramas y textos de una serie de películas que giran alrededor de conceptos como la niñez, la maternidad, la amistad, los lazos familiares entre mujeres y la identidad, contemplados desde un ángulo que observa su lado contradictorio».

Marta Beltrán se sirve especialmente de las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta para seleccionar los fotogramas que serán el origen de sus dibujos a tinta china negra. En la elección de las escenas busca contrastar la imagen de la mujer en el ámbito doméstico y en situaciones cotidianas, con un inventario de los espacios de la casa: las habitaciones y los objetos decorativos, para crear un relato que combina una forma distanciada en los encuadres con una práctica de dibujo no controlada. Esta distorsión dibujando (irracional, descontrolada) y la elección del formato (pequeño, medio o monumental) son elementos definitivos para generar en el espectador extrañeza, en un primer momento, y reflexión, después.

La mayoría de los dibujos proceden de fotogramas del cine de autor. A Marta le interesa tanto el cine clásico como el alternativo. Durante el visionado de las películas puede sentir una conexión especial con una escena, a nivel emocional, formal o simbólico. Su mente fija el fotograma y detiene el cuerpo de las actrices protagonistas, que van a recibir una nueva vida sobre el papel. La escena, las figuras, son trazadas con tinta negra en el soporte blanco. En esa traslación puede aislar el personaje, o incluir junto a él elementos del fondo. Marta encaja de un modo intuitivo, y la mano, imbuida de nervio, es la que va proporcionando y compensando progresivamente las líneas y los volúmenes para construir una versión distorsionada que en ocasiones poco le debe a la original, haciéndose difícil el reconocimiento de la fuente inspiradora. En general, los rasgos de los rostros se endurecen y en los cuerpos, aquello que parecía bello o misterioso, se torna grotesco, triste o desesperado. Solo en algunos casos domina el hieratismo y el distanciamiento: un estado de quietud más allá del sufrimiento, «como si todo hubiera ya pasado».

«Mi manera de tratar el material es desprejuiciada y está al servicio de descubrir, de permitir que surjan ideas o imágenes, aunque las formas de belleza se vean comprometidas finalmente. La cuestión es que estas imágenes permitan la aparición de contenidos inconscientes y creen nuevas imágenes independientes de las anteriores». Marta Beltrán

Valorando los muros del Hospital Real como si de un extenso rollo de papel en blanco se tratara, en el montaje hemos optado por prescindir de enmarcados y de dispositivos sofisticados de exposición. Las figuras emergen crudas y con sencillez del papel, que en su materialidad se funde con la pared. Eliminados los intermediarios entre el observador y las obras, estas se ofrecen desnudas a la mirada del visitante, que asiste a una evolución desde las primeras piezas de la entrada, todavía con un detallado fondo ambiental y más deudoras del fotograma original, hasta la capilla del final del recorrido, en la que se presenta Las orantes: un conjunto de papeles fragmentarios y dispersos, en su mayoría de pequeño tamaño, en el que cuerpos distorsionados y gestos aislados divagan por la pared adentrándonos en un universo afectivo en el que el dolor, la tensión emocional o el miedo ya no se apoyan en el fondo, en los objetos, en el entorno social.

Cuatro entornos desnudos

 Cuatro son los entornos o zonas en los que la muestra está dividida: en la entrada nos encontramos con La ceremonia (2015-2016) y con A Stolen Life (2015). La ceremonia es una instalación que nos presenta veinte dibujos de pequeño formato en forma de mosaico, enmarcados por un rectángulo de pintura negra que emula los rebordes del fotograma. El conjunto resume el posicionamiento de la artista en relación con la lectura de imágenes y su estrategia formal de transformación de las mismas. Casi todos ellos han sido seleccionados de películas de autores como Saura o Camus, que construyen un cine de alto valor simbólico y metafórico. Dentro de este mural se encuentra el fotograma del filme que da nombre a la exposición, en el que podemos ver a una mujer disparando, que pertenece a La ceremonia, de Claude Chabrol. Esa mujer de escopeta en mano, que combina una postura valiente y una actitud desencajada, resume bien el carácter de muchos de los personajes femeninos de Marta Beltrán, en los que la sinrazón y la decisión conviven.

Enfrentados a este mural, aparecen cuatro dibujos de una de sus series emblemáticas: A Stolen Life, que toma su título de la película de 1946 de Curtis Bernhardt, con Bette Davis como actriz protagonista. En el filme, los temas identitarios se sitúan en primera línea: el doble, la realidad y la ficción… Bette Davis interpreta a dos hermanas gemelas enamoradas del mismo hombre. Estas piezas, con un esmerado acabado de los fondos y una factura realista y detallada, son buenos ejemplos de su primer interés por crear un archivo de imágenes que parta del cine clásico y lo analice como una de las fuentes principales de nuestro aprendizaje de los modelos tradicionales de mujer, de los comportamientos que son socialmente admitidos o reprobados.

Avanzando hacia el crucero, en el centro, hallamos: La pantalla (2016). Este enorme mural, concebido como una pantalla panorámica de cine enmarcada por un falso cortinaje pintado, «devuelve al cine las imágenes que la artista les robó»; planteando una sesión cinematográfica estática que indaga en las diferencias entre la apreciación del cine y la de la pintura, abriendo vías de comunicación entre ambas disciplinas. De hecho, la bancada situada delante del mural obliga al espectador a sentarse y detenerse en pequeños detalles de un filme estático.

Para «ocupar» ese enorme rectángulo de ocho metros de largo, Marta ha concebido seis dibujos nuevos, específicos para el Hospital Real, que abandonan el detallismo y el tono pintoresco de series anteriores y apuestan por una línea más enérgica y expresionista, centrada en desvelar la psicología de las escenas y de los personajes escogidos. Los seis papeles, adheridos hacen relacionarse de un modo forzado a los personajes de las diferentes historias, encerrados en una pantalla delirante de parches que termina generando una escena con aire de casa de vecinos de pesadilla, un conjunto monstruoso solo unificado por la cortina dibujada.

En la sala de la derecha del crucero, nos reciben Las orantes (2016), que a modo de capilla exhiben los papeles minimalistas, tal y como ya hemos citado, a modo de pedazos de una identidad disgregada y poliforme en la que destacan dos personajes repetidos: la joven viuda y la mujer herida por una pedrada, siendo ambas imaginerías recurrentes en la investigación iconográfica de la artista.

Y por último, a la izquierda, entramos en el taller, en el espacio que hemos denominado La habitación cerrada (2016), y que tiene un especial significado para Marta por representar su estudio y el lugar mental desde el que trabaja. La instalación permite distintos usos: por una parte funciona como ambiente en el que descubrir, sobre dos mesas y en el suelo, dibujos amontonados y sin terminar que dialogan con un mural de imágenes a color de referentes cinematográficos. También encontramos algunos dibujos enmarcados que nos recuerdan el mobiliario del hogar y contrastan con la pureza y el minimalismo del resto de los entornos; y dos piezas pertenecientes a la serie Little Women (2015), que permiten al público general, conocedor de la popular película de Cukor, comprender mejor la estrategia de deformación simbólica que Marta ejecuta. Finalmente, como pieza especialmente relevante de este espacio concebido también como lugar de encuentro para talleres, un diaporama de aire retro proyecta en uno de los muros, de forma discreta y en color, los fotogramas precisos que inspiraron cada una de las piezas del proyecto, invitando al público a que haga las conexiones y arme las parejas.

Tres ejes subjetivos se cruzan en La ceremonia: por una parte la investigación sobre la imagen de la mujer en nuestro imaginario cultural, analizando el lenguaje cinematográfico y los clichés que perpetúa; en segundo lugar: una reflexión sobre el confinamiento histórico (físico y psicológico) de las mujeres en el ámbito privado del hogar y sus variantes (de la reclusión a «la habitación propia»); y en último término: la apuesta decidida por nuevas formas de conocimiento basadas en la intuición, en la sabiduría del cuerpo y en el intercambio de afectos que permitan imaginar nuevos modos de relacionarnos en sociedad, situando la cooperación, la colaboración y los cuidados por encima de la competencia, los logros individuales y el crecimiento económico.

Conforme asimilo el proyecto, quizá sea para mí la sala de la capilla, en su imperfección y humildad, en su despojado abandono de papeles sueltos dispersos por los altos muros que los degluten, quien exprese mejor una de las virtudes del trabajo de Marta Beltrán: mostrar aquello que no se puede contar, utilizando una suerte de escritura gráfica emocional. Y aquí citaré a María Zambrano: «Hay cosas que no pueden decirse, y es cierto. Pero esto que no puede decirse es lo que se tiene que escribir. […] El escritor sale de su soledad a comunicar el secreto».De la misma manera, Marta Beltrán «solo sale de su soledad a dibujar los secretos».

En la capilla del Hospital Real, cabezas de largas cabelleras y posturas forzadas flotan huérfanas, sin escenografía, expuestas al baño de la luz sobrenatural que penetra por la ventana, generando en el visitante un cierto mareo por el curioso baile de deseos y de anhelos inconexos.

ESCRITURA Y REDENCIÓN EN LA OBRA DE MARTA BELTRÁN                                                                                                                                                                                                                           (Conversaciones interrumpidas entre M y S, editadas por Susana Blas)
LOS ZAPATOS ROJOS

Estoy en la circular

en la ciudad muerta

y me ato los zapatos rojos.

(…)

No son míos.

Son de mi madre.

Antes eran de su madre.

Pasados de una a otra como una reliquia

pero escondidos como cartas vergonzantes.

La casa y la calle a la que pertenecen,

están escondidas y todas las mujeres, también,

están escondidas.

Anne Sexton. Poesía completa, El libro de la locura, 1972. Traducción José Luis Reina Palazón, Linteo poesía.

Reviso mis cuadernos y la correspondencia que he mantenido con Marta Beltrán durante estos meses compartidos. La escritura se impone: unas veces como un río en calma, otras: como un torbellino, pero siempre está ahí, fluyendo, filtrándose entre los intersticios del trabajo, habitando los huecos intermedios, el antes y después, las esperas y las pausas. En nuestras cartas permanece todo aquello que habría sido eliminado siguiendo las dinámicas del resultado pulido y ordenado.

Recuperar la escritura de Marta es aportar la entonación a sus dibujos, dotar de color y temperatura a la voz de sus imágenes. De ahí que me haya decidido a compartir fragmentos de estas conversaciones privadas, interrumpidas por la emoción y los silencios.

MUJERCITAS / HERMANAS

 S- Hola, Marta, he visto que has dibujado, y deformado, los fotogramas de Mujercitas de Cukor, uno de los iconos de mi infancia y de la de mis hermanas. Siento hoy más que nunca que podemos trabajar bien juntas. ¿Tienes las imágenes de esta serie a mano?

M- Hola, Susi, estoy en casa de mi abuelo, raptada. Te mando de momento una imagen que he encontrado en el correo. Mañana te envío dos fotografías mejores de los dos dibujos de esta serie. La verdad es que no sé por qué solo he hecho dos dibujos de esta película. Me gustan mucho… pero ya sabes, me disperso tanto…

EL TIGRE / LO IMPERFECTO

 S- Hola, Marta, revisando imágenes he visto estas dos fotografías… ¡El tigre es maravilloso! ¿Están acabadas?

M- Sí, el dibujo del tigre lo trabajé y me gustaba mucho, pero lo estropeé a última hora… Todo el fondo está negro y además un poco roto…

S- Pues yo creo que podría ser parte de la obra final, si se puede aprovechar… Ahora en un rato te mando la planificación. Sé que es mucho esfuerzo llevar tantas obras al mismo tiempo…

M- No te preocupes. Aprendo que tengo que llevar varios dibujos a la vez, contenerme cuando no sepa cómo seguir o esté saturada. A veces soy muy impulsiva… Los estados de ánimo van cambiando y con el gran formato la prueba es aún más fuerte… Es una imagen de Red Dragón, 2002, de Brett Ratner. Yo ya ni veo las pelis. Me paso el día cazando imágenes… pero estas eran alucinantes. De la saga de Hannibal Lecter…

En la otra pieza aparece una ilustradora de personajes para cine en el momento en el que está pintando la cabeza de un monstruo en su taller para La criatura del lago o para La mujer y el monstruo, de 1954, con otros personajes creados por ella alrededor. A esta le falta un poco para estar lista. Sí me gustaría terminarla.

CARMEN MARTÍN GAITE / LA LITERATURA

 S- ¿Y la pintura? ¿Podremos mostrar pintura? No quiero presionarte… ¿Cómo vas?

M- Hola, Susi, la pintura ha dado un empujón ayer. Al final del día te mando fotos. Fue una semana difícil, sí. Espero conservar este centro hasta el final. Te mando el nombre de este libro, que era de mi tía. Creo que lo utilizó para su tesis sobre el espacio interior en la obra de Carmiña (Así la llamaba mi abuela). Es: La loca del desván. La escritora y la imaginación literaria del siglo XIX; quizá lo conozcas. No he llegado a trabajar en concreto con los personajes que en él aparecen, con las obras o con las películas; pero algún dibujo y pintura si han caído alguna vez.

S- Lo leeré con atención. Ya sabes que descubrir la relación de tu abuela y de tu tía con la literatura y en concreto con Carmen Martín Gaite, mi escritora española favorita, fue mágico. De pronto entendí muchas motivaciones ocultas del proyecto.

MATERNIDAD / MÁS ENFOQUES

 S- Estoy editando los textos para nuestra colaboración en (H)amor de madre, el libro colectivo de Continta me tienes, y he incluido esta anécdota con mi hija: «Hace unos días, mi hija Klára (5 años) me dijo: «Mamá, que sepas que yo soy la única que te conozco por dentro. Yo he visto tus tripas y tu hígado. Yo he tocado tu corazón». Poco puede añadirse a estas frases arrojadas desde su infancia salvaje e instantánea. ¿Qué te parece?

M- Me gusta mucho el comentario de Klára; pero Susi, solo una cosa te quería comentar: me produce respeto el plantear la obra desde un enfoque concreto que quizá pueda limitarla. Podemos ir por partes… el tema de la maternidad es uno entre muchos.

S- Entiendo perfectamente tus dudas. No te preocupes, que los modelos de maternidad solo se abordan en concreto, en la colaboración con ese libro.

«Me quedé dormido y me transformé en mi madre. Es un sueño que, camuflado bajo argumentos diferentes, tengo desde niño, desde que probé por primera vez el ardiente deseo de meterme en su cuerpo y en sus sentidos, de saber si me quería o no, de entender lo que piensa una mujer cuando se arregla ante el espejo, cuando está acostada pero no duerme, cuando se impacienta al verte entrar porque estaba esperando a alguien que no eras tú». Carmen Martín Gaite, La Reina de las nieves (1994)

CUENTOS DE HADAS / FICCIÓN Y REALIDAD

 S- Desde niña, nunca he separado bien el sueño de la vigilia, y me temo que ninguna de las dos delimitamos el campo de la realidad del de la ficción… que siempre hay filtraciones. Los cuentos de hadas nos adiestran desde niñas para habitar ambos mundos y contener los estados de ánimo.

M- «»Caperucita Roja fue mi primer amor. Tenía la sensación de que, si me hubiera casado con Caperucita Roja, habría conocido la felicidad completa». Esta frase de Charles Dickens indica que él, como tantos miles de niños de todo el mundo y en todas las épocas, quedó, también, prendado de los cuentos de hadas. […] Dickens comprendió que las imágenes de los cuentos de hadas ayudan a los niños más que cualquier otra cosa en su tarea más difícil, y sin embargo más importante y satisfactoria: lograr una conciencia más madura para apaciguar las caóticas pulsiones de su inconsciente». Bruno Bettelheim, Psicoanálisis de los cuentos de hadas. 1975. Traducción de Silvia Furió. Ed. Crítica.

REDENCIÓN E INCONSCIENTE

 M- Mi trabajo no está tan directamente relacionado con los cuentos de hadas, pero estos han sido, junto con los sueños y el material de ficción, en un sentido amplio que pueda hablarnos del inconsciente, una puerta más antigua desde la que, tal   vez, relacionarme con imágenes del presente y en las que volver a encontrar esas otras imágenes y esos significados que estaban en los cuentos de hadas y que son necesarios para el desarrollo del espíritu.

S- A veces me hablas de redención.

M- Sí, el tema de la redención me preocupa. Me gusta mucho todo esto de la redención, los encantamientos y las maldiciones, y que las personas reales se comporten como seres embrujados que tienen que llevar a cabo esas acciones raras para salvarse.

«La palabra redención no debe asociarse forzosamente con el dogma cristiano ni con la teología, con la que su concepto tiene tantas connotaciones. En los cuentos de hadas, la redención alude específicamente, a las circunstancias en las que alguien que ha sido maldecido o hechizado es liberado a través de ciertas contingencias o sucesos en el curso de la historia. Su naturaleza difiere esencialmente de la idea cristiana». María Louis Von Franz, Símbolos de redención en los cuentos de hadas 1990. Traducción de María Sepúlveda. Ed. Luciérnaga.

CAPERUCITA ROJA (…)

Y yo. Yo también.

Muy serena en los cócteles, mientras que en mi cabeza

estoy experimentando una operación a corazón abierto.

El corazón, pobre compañero,

golpeteando su pequeño tambor de hojalata con un tenue ritmo de muerte.

El corazón, ese escarabajo sin ojos, enorme, ese escarabajo de Kafka, corriendo en pánico por su laberinto, sin dejar de poner un pie tras otro una hora tras otra

hasta que se atraganta con una manzana y todo se acaba.

(…)

Anne Sexton, Poesía completa, Transformaciones, 1971. Traducción de José Luis Reina Palazón, Linteo poesía.

PROFUNDIDAD Y GRAN FORMATO

 S- Últimamente te siento transformada.

M- Como tú siempre dices, necesito una inmersión más profunda en el trabajo físico, en el propio dibujo a gran formato, que se vuelva más fluido… y menos, menos, pensar… Por arriba, el ojo más consciente lo podemos desarrollar juntas. Algo más de visión total de conjunto me ha llegado. Dime si te gustaría que te hablara más de algo en concreto, cosas que se te escapan. Cosas que tú ves y que yo no veo… Cosas que te podría desarrollar más…

ALGO SE ROMPE Y SE ABRE

 M- Con los proyectos me parece que hay que llegar a un punto en el que algo se rompe, y se abre, ir traspasando algunos límites propios, supongo, y entrar en lugares que no esperábamos. Espero que lo consigamos juntas.

S- Así lo creo también. «Las cosas que son importantes en la vida llegan sin que una se dé cuenta. No se las espera. Se las reconoce después de que hayan aparecido». Doris Lessing

¿QUÉS ES UNA MUJER, MARTA?

Recorriendo la nueva exposición de Marta Beltrán (Granada, 1977) en el Hospital Real de Granada, La ceremonia, me asaltaban múltiples preguntas que imaginariamente lanzaba a la artista: ¿Qué es una mujer, Marta? ¿Amor incondicional? ¿La fuerza de la violencia? ¿Madre y hermana? ¿Amante? ¿Asesina?… De repente las palabras de Simone de Beauvoir acudían a mi mente para sofocar mis dudas: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”. Las mujeres de Beltrán se encuentran en el camino de ascensión que describía Beauvoir: algunas todavía en la debilidad, la humillación y la huída, otras en la fuerza, la afirmación y el encuentro.

La ceremonia es un proyecto de dibujo site specific que Marta Beltrán ha diseñado para el Hospital Real con la ayuda de la comisaria Susana Blas. La artista ha tomado prestado el título de la película de Claude Chabrol, La Cérémonie (1995), que relata la historia de violencia en la que se sumergen dos amigas francesas, Sophie y Jeanne. Este filme supone una fuente de inspiración absoluta para Beltrán, ya que posee la virtud de hacer preguntas incómodas sobre tabúes asociados a la feminidad como la maternidad desnaturalizada o el asesinato a sangre fría. Marta nos enfrenta precisamente al tabú, pero también al estereotipo, y conjuga ambos extremos a través de una serie de imágenes extraídas principalmente del cine (además de Chabrol, Camus, Saura, etc.), dibujos a tinta china negra que reproducen fotogramas de los que la artista se ha apropiado. La selección de dichos fotogramas supone una parte fundamental del proceso creativo, un trabajo tremendamente intuitivo en el que Marta rescata aquellas escenas que describen una identidad femenina extraviada con respecto a los estándares sociales. Frente a sus dibujos afloran nuestros propios escrúpulos y contradicciones sobre algunos conceptos como la complacencia femenina, la violencia de género o la locura, así como sobre ciertos “ritos de paso” como la adolescencia, el matrimonio o el embarazo. A través de dicho malestar, la artista nos descubre como piezas de esa maquinaria social generadora de modelos culturales y roles femeninos totalmente alejados de la verdadera naturaleza de la mujer, propiciadores, en muchas ocasiones, de estados casi esquizofrénicos: la mujer ha de ser sensual sin parecer una prostituta, ha de ser fuerte sin parecer un hombre…

Existe una resonancia sumamente coherente entre el estilo de Marta y la disposición expositiva de las obras, tal y como indica Susana Blas “Las figuras surgen con sencillez y crudeza del papel que en su materialidad se funde con la pared”. Efectivamente, la obra de Beltrán es dura por su temática pero también por su pincelada, un trazo negro sucio y arrastrado sobre el papel que suele deformar la figura humana con el objetivo de plasmar toda esa energía perturbadora de la que hablábamos anteriormente. Marta es una pintora expresionista desde principio a fin, y sin embargo, en sus obras hay una tenue presencia del espíritu de las surrealistas Leonora Carrington y Remedio Varo. El papel, soporte blanco y puro, sin enmarcación ni artificios, recorre las paredes de la nave central, el transepto y parte del coro del Hospital Real generando 4 espacios expositivos distintos. Destacan el brazo izquierdo del transepto, donde la artista ha montado un taller con fotogramas de películas en nebulosa, bocetos sobre una mesa, etc., y el coro en el que encontramos La Pantalla (2016), un mural compuesto por 6 dibujos de gran formato, que configura una pantalla de cine enmarcada por un falso cortinaje. Esta pieza constituye un viaje de ida y vuelta (del cine al dibujo y del dibujo al cine) que establece un diálogo fabuloso con el propio mobiliario de la sala: unas banquetas nos invitan a sentarnos para “ver la película”, y un gran cortinaje real desciende detrás de los magníficos pilares compuestos del crucero. Menos acertada ha sido la disposición de obras en el ala derecha del transepto, un espacio grande y diáfano que engulle los pocos dibujos situados sobre la pared acentuando la desconexión narrativa entre los mismos.

Una vez más, la Madraza (Centro de cultura contemporánea de la UGR) rescata para la ciudad a una figura artística de gran interés, antigua estudiante de la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano, que incomprensiblemente no había tenido todavía una exposición individual de altura en su ciudad natal. Además, adhiere a este proyecto a una profesional del comisariado, Susana Blas, articulando una red de contactos y un tejido artístico que es lo que la ciudad necesita en este preciso momento. Cabe aplaudir, por tanto, esa labor de “rescate” y puesta en valor de antiguos alumnos de la facultad que hoy día están desarrollando con excelencia sus carreras artísticas (Fernando M. Romero, Laia Arqueros…). Esperemos que proyectos tan sólidos y atrayentes como La ceremonia y artistas tan contundentes como Marta Beltrán sigan teniendo cabida en las distintas programaciones culturales de la ciudad nazarí.

Sobre el naufragio y el renacimiento de la mujer

La poética que rodea al naufragio es infinita: un gran cuerpo metálico y mecánico se va sumergiendo lenta e inevitablemente en la gran masa acuática, renunciando de manera forzosa a la dignidad que como buque le corresponde, mientras tanto, un gran enjambre de pasajeros aturdidos y temerosos corretean por la cubierta. Algunos se lanzan al mar asfixiados por la desesperación, los menos alcanzan un bote salvavidas y emprenden rumbo a lo desconocido. Esta escena, tan bella como apocalíptica, parece el fiel reflejo del desmoronamiento que vienen sufriendo algunas estructuras histórico-sociales vetustas y oxidadas, entre las que se encuentra la realidad heteropatriarcal. La lucha feminista viene revisando el rol histórico de la mujer y propugnando desde el siglo XIX un cambio en las relaciones sociales capaz de conducir a la liberación femenina – y también del varón– a través de la eliminación de las jerarquías y desigualdades entre los sexos. La entrada del siglo XXI ha sido determinante en este sentido, pues la movilización social en favor de esta causa indica un cambio en la conciencia colectiva, es decir, la lucha feminista está fraguando ahora. Como consecuencia de ello, estamos asistiendo al naufragio, el hundimiento de un modelo histórico y social ineficiente, de unas tradiciones y dinámicas predominantemente machistas y propias del pasado. Pero el naufragio no solo atañe al cambio de paradigma que acontece en el devenir histórico, sino que también altera la identidad individual de hombres y mujeres.

Cuando nos enfrentamos a la obra de Marta Beltrán, las dudas en torno a esa identidad o naturaleza femenina se multiplican: ¿Qué es una mujer? ¿Amor incondicional? ¿La fuerza de la violencia? ¿Madre y hermana? ¿Amante? ¿Asesina?… La tormenta feminista demuele día a día los antiguos roles femeninos y aunque señala un nuevo panorama de libertad e igualdad, la identidad de la mujer ya ha sido desintegrada, quedando atrapada entre el pasado y el futuro, a la espera de ser redefinida desde la pluralidad y la emancipación. Por suerte, las palabras de Simone de Beauvoir acuden a nuestro rescate: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”. Las mujeres de Beltrán se encuentran en el camino de ascensión que describe Beauvoir: algunas todavía en la debilidad, la humillación y la huída, otras en la fuerza, la afirmación y el encuentro. El naufragio es, por tanto, tremendamente necesario.

La obra de Marta se inspira en el cine. Concretamente en aquellas películas en las que la mujer desempeña roles conflictivos, alejados de los que tradicionalmente se le ha otorgado. Filmes como La Cérémonie de Claude Chabrol (1995) o Los Santos Inocentes de Mario Camus (1984) suponen una fuente de inspiración absoluta para Beltrán, pues éstos poseen la virtud de hacer preguntas incómodas sobre tabúes asociados a la feminidad como la maternidad desnaturalizada, el asesinato a sangre fría o la muerte. Marta nos enfrenta precisamente al tabú, pero también al estereotipo, conjugando ambos extremos a través de imágenes extraídas de estas películas. Sus dibujos a tinta china negra reproducen fotogramas de los que la artista se ha apropiado. La selección de estas escenas supone una parte fundamental del proceso creativo, un trabajo tremendamente intuitivo en el que Marta rescata aquellas que desprenden una energía femenina extraviada con respecto a los estándares sociales, sin alejarse de lo que tradicionalmente se ha considerado “el mundo de la mujer”. Tal y como indica la comisaria Susana Blas “En la elección de las escenas busca contrastar la imagen de la mujer en el ámbito doméstico y en situaciones cotidianas, con un inventario de los espacios de la casa: las habitaciones y los objetos decorativos, para crear un relato que combina una forma distanciada en los encuadres con una práctica de dibujo no controlada” (Blas, 2016: 11)1. Efectivamente, la obra de Beltrán es dura en su temática pero también en su pincelada: un trazo negro, sucio y arrastrado sobre el papel que suele deformar la figura humana con el objetivo de plasmar toda esa energía perturbadora de la que hablábamos anteriormente. Marta es una pintora expresionista desde principio a fin, y sin embargo, en sus obras hay una tenue presencia del espíritu de las surrealistas Leonora Carrington y Remedio Varo.

La novia vestía de negro (2016) pertenece a la serie de Los Prosaicos, y es una de las piezas que mejor sintetizan y definen el trabajo de la autora. En este caso, la artista se ha apropiado de uno de los fotogramas del filme La mariee etait en noir (1968) de Truffaut, en el que se relata la violenta historia de una joven que venga la muerte de su esposo asesinando a los culpables. En medio de un cementerio silencioso, una inquietante figura femenina ocupa el primer plano. La fuerza de su presencia reside en el peso moral de la protagonista: una mujer, que intuimos es joven, aparece parada de pie con una firmeza inaudita, vestida de estricto luto y cuyo rostro es ocultado tras un velo. Su anonimato nos sitúa frente a un abismo de interrogantes sobre su actitud: ¿Qué se espera de una mujer joven frente a la muerte?¿Dolor y angustia?¿Entereza?¿Alivio?¿Una leve sonrisa, quizá? Sencillamente resulta imposible saberlo, y es por ello que ante la obra de Beltrán cada individuo proyecta su propia historia, aflorando nuestros escrúpulos y contradicciones sobre algunos conceptos como la complacencia femenina, la violencia de género o la locura. A través de dicho malestar, la artista nos descubre como piezas de esa maquinaria social generadora de modelos culturales y roles femeninos totalmente alejados de la verdadera naturaleza de la mujer, propiciadores, en muchas ocasiones, de estados casi esquizofrénicos: la mujer ha de ser sensual sin parecer una prostituta, ha de ser fuerte sin parecer un hombre…

Ojos de un extraño

«Hay que llegar a un punto en el que algo se rompe, y se abre, ir traspasando algunos límites propios y entrar en lugares que no esperábamos». Marta Beltrán

«Ojos de un extraño» es el título del proyecto expositivo concebido por Marta Beltrán para el Museo Gregorio Prieto tras ganar el primer Premio del XXIV Certamen de Dibujo Gregorio Prieto de Valdepeñas (2016).

Es indudable que las visitas a este museo prodigioso, rebosante de obras y de recuerdos de Gregorio Prieto, han impregnado las piezas que Marta Beltrán nos presenta. El magnetismo de la personalidad de Prieto, su talento para el dibujo y su exuberante imaginación han enfatizado la tendencia de la artista a guiarse por la intuición cuando acomete la compleja traslación de sus imágenes al papel.

En esta ocasión nos presenta un conjunto de obras en su técnica más conocida: tinta china negra sobre papel, junto a nuevas y vibrantes piezas trabajadas a color.

Haciendo uso de un personalísimo método de filtrado de imaginarios populares, Marta Beltrán disloca las formas de partida para desvelar valores ocultos en esos referentes, mediante la deformación y la extrañeza. Detrás de la sencillez y la contundencia de sus dibujos se esconde un interesante análisis semiológico de la imagen de la mujer, fundamentalmente en la cinematografía, que permite desvelar los estereotipos, las ideas preconcebidas y las imposiciones sociales que el colectivo femenino soporta. En ese proceso, la intuición es clave: «Mi manera de tratar el material es desprejuiciada y está al servicio de descubrir, de permitir que surjan ideas o imágenes, aunque las formas de belleza se vean comprometidas finalmente. La cuestión es que estas imágenes permitan la aparición de contenidos inconscientes y creen nuevas formas independientes de las anteriores»1.

Curiosamente, esa valentía para relacionarse con los imaginarios populares, con el archivo iconográfico colectivo, la encontramos también en Gregorio Prieto. Por ejemplo, en sus evocadores «popares» en los que hacía convivir en armonía: el Auriga de Delfos, la Virgen de la Consolación de Valdepeñas y un retrato de Greta Garbo. Ambos creadores comparten la capacidad para dialogar lo eterno y lo particular; para relacionarse con el contexto cultural de su época y al tiempo ser capaces de fabular desde un mundo interior propio.

«Ojos de un extraño» … ojos que conmueven

La exposición «Ojos de un extraño», toma el título del filme de serie B: Eyes of a Stranger (1981), dirigida por Ken Wiederhorn, una película apropiada para la revisión nostálgica que lleva a cabo la artista de referentes de su primera juventud.

El proyecto selecciona obras de sus últimas series: Stories Apart: Excentric Circle. Virgin Series, Conversation with a Snake, Behind the Scene, Mannequin, que sitúan el foco en la mirada contradictoria que se ejerce en el cine y la literatura sobre algunos estereotipos femeninos: la mujer virgen, la madre, la adolescente, la mujer instintiva y sensual…etc.

Se exploran dos temáticas principales: el esfuerzo por recuperar el instinto en relación con la naturaleza, identificando a la mujer con el animal; y la aparición del maniquí y de la muñeca como un doble sustitutivo femenino, como «cuerpo artificial… pero vivo»- en palabras de Marta Beltrán.

La elección de estas referencias parte del cuestionamiento que hace la artista de las películas de su propia infancia y adolescencia. Beltrán reconoce que persigue cierto movimiento de negación del presente, una búsqueda de un «otro» presente que está en el pasado. Un bucle nostálgico que expresaba así, en una de nuestras conversaciones: «A través de una estructura compositiva que refleja formas narrativas cercanas al cine o al relato literario, trato de construir una historia cuya protagonista es la mujer virgen adolescente y sus paralelos en el mundo del pop y la cinematografía: por ejemplo, figuras como Brigitte Bardot y Nastassja Kinski, que subrayan una sexualización femenina. Los referentes se sitúan en un plano histórico de pura nostalgia, mezclado con un presente que a veces se acerca, de nuevo al kitsch y otras al desgarro o al terror. La década de los 80, con películas de serie B, se mezcla con un googleado de imágenes que son documentos actuales de un presente que sorprende en su capacidad de representación».

La «irracionalidad- animalidad» ligada a lo femenino

 La identificación entre la animalidad y la mujer es otro de los asuntos clave del proyecto. Una idea que cultivaron también el surrealismo y otros movimientos de vanguardia, asociando la feminidad a lo irracional y a lo misterioso. En las nuevas obras de Beltrán, conviven la crítica a este cliché y la fascinación por esta idea en su potencial para evocar lo primitivo y auténtico. «Existe un esfuerzo por reconectar con el propio instinto a través de búsqueda de imágenes con las que identificarse a este nivel: imágenes de actrices famosas con toda clase de animales, y a través de su reescritura en dibujo después. Observación y representación de un estereotipo de belleza y sexualidad femenina, que es a la vez emblema de inocencia, pureza y libertad».2

Una atracción por identidades menos catalogables, que también se percibe en su interés por analizar la mujer en su paso de niña a joven: «También ahondo en la adolescencia como identidad de tránsito: el encuentro con el personaje femenino adolescente en el cine; la representación de la femineidad y su sexualidad en un momento de alto potencial3».

Maniquíes, máscara y «mascarada»

«He empezado el cuadro de los maniquíes con luz artificial, pinto lo que ellos hacen cuando yo me voy a dormir, sus vidas pasivas, pero vidas, a veces más intensas que las personas de carne». Gregorio Prieto4

También coincide Beltrán con Gregorio Prieto en su interés por el maniquí como

«cuerpo-objeto», desbordante de sugerencia y ensoñación. Diría que ambos trabajan con el maniquí y con la máscara… y quizá en el caso de Beltrán, con «la mascarada». Me resulta interesante la reflexión en torno a la mascarada5 desde que Joan Rivière publicara en 1929 su célebre Womanliness as a Mascarade. Recordemos que Rivière proponía que la máscara híper- actuada de la feminidad no era sino un modo de evitar la venganza de los hombres cuando las mujeres eran intelectuales e intentaban ocupar su lugar en la sociedad. La máscara desvela toda la ambigüedad de las farsas del ser, el parecer, el desear, el proponer…

La idea de «las muñecas» como sustitutas de la naturaleza femenina es un tema clásico del movimiento surrealista. Quizá la muñeca de Hans Bellmer es la obra que mejor recoge la esencia del erotismo surrealista: un artefacto articulado de tamaño natural símbolo de la mujer inerte que condensa todo el deseo sexual, sádico y voyeur de la época. Considero que en las «muñecas humanizadas» de Marta Beltrán, desde la ambigüedad, se responde a este tópico surrealista para desbaratarlo. En su obra, la mujer sigue siendo enigma, pero no está falta de fuerza, ni de acción, todo lo contrario: desborda poder y decisión.con el maniquí y con la máscara… y quizá en el caso de Beltrán, con «la mascarada». Me resulta interesante la reflexión en torno a la mascarada5 desde que Joan Rivière publicara en 1929 su célebre Womanliness as a Mascarade. Recordemos que Rivière proponía que la máscara híper- actuada de la feminidad no era sino un modo de evitar la venganza de los hombres cuando las mujeres eran intelectuales e intentaban ocupar su lugar en la sociedad. La máscara desvela toda la ambigüedad de las farsas del ser, el parecer, el desear, el proponer…

El miedo a amar y la búsqueda de eternidad

Me atrevería a sugerir que la exposición «Ojos de un extraño» desvela también el miedo al amor que manifiestan muchos artistas, cuando amar roba tiempo a crear. Hablo del pánico a terminar siendo arrebatado por la vida convencional de la pareja y la familia normativas. La compleja revisión que hace la artista de los imaginarios de las películas Eyes of a stranger (1981) y La posesión (1982) podría interpretarse por este camino.

Amar, crear y ser libre no es tarea fácil para el que se entrega a la exigente labor de crear. La angustia es vivir atrapado en la «doble vida»: fuera y dentro del tiempo, fuera y dentro de las convenciones.

La pareja, el novio, pueden convertirse en el «asesino de la artista».

Quizá enamorase del trabajo propio es la única salida. Marta Beltrán trabaja con la película Me enamoré de un maniquí (1987) para sumergirse en esta paradoja. Y en 1969, Gregorio Prieto respondía de esta manera sobre si él podría amar a una escultura: «Podría contar tantas cosas… aberraciones espirituales cuando los secretos ocultos de una escultura producen un sentimiento físico de deseo. Yo he mirado a una Venus griega y la he deseado».6

Susana Blas Brunel

 

En Madrid, barrio de Lavapiés, el 22 de abril de 2019, en plena Semana Santa.

1 Declaraciones de Marta Beltrán en La Ceremonia. Sala de Exposiciones del Hospital Real, Granada, 2017.

2 Comentario de Marta Beltrán en conversaciones preparatorias, 2019.

3 Comentario de Marta Beltrán en nuestro carteo privado durante la preparación del proyecto, 2019.

4 Fragmento del diario de Gregorio Prieto de 1929, citado por Almudena Cruz Yábar en: «Las fotografías de Gregorio Prieto y Eduardo Chicharro en Roma». P.18 Gregorio Prieto y la fotografía. Catálogo de la exposición. Textos, Mª Concepción García-Noblejas Santa-Olalla, Almudena Cruz Yabar, Juan Manuel Bonet. Edita: Fundación Gregorio Prieto (2014).

5 El concepto de «mascarada» es clave en el desarrollo de la idea de performatividad y género. La cultura queer planteará que no existe diferencia entre una feminidad/masculinidad verdadera y otra falsa. Toda la identidad de género sería una performance, una mascarada. Para estudiar la cuestión se puede leer a Judith Butler, Monique Wittig y Beatriz Preciado, entre otras autoras.

6 Citado por Almudena Cruz Yábar en: «Las fotografías de Gregorio Prieto y Eduardo Chicharro en Roma». P.33 Gregorio Prieto y la fotografía. Catálogo de la exposición. Textos, Mª Concepción García-Noblejas Santa-Olalla, Almudena Cruz Yabar, Juan Manuel Bonet. Edita: Fundación Gregorio Prieto (2014).

obras

La Pantalla

Pintura mural e instalación.

Tinta china sobre papel.

200 x 135 cms y 186 x 135 cms

La ceremonia

Pintura mural e instalación.

Tinta china sobre papel de esbozo.

42 x 29,7 cms

A Stolen Life

Pintura mural e instalación

Tinta china negra sobre papel.

115 x 150 cms

Los Prosaicos: La viuda vestía de negro

Tinta china sobre papel

185 x 120 cms

Los Orantes

Tinta china sobre papel de esbozo

186 x 150 cms

La habitación cerrada: BB con animales I

Óleo sobre papel

30 x 42 cm

La habitación cerrada: BB con animales II

Óleo sobre papel

30 x 42 cm

La habitación cerrada: BB con animales III

Óleo sobre papel

100 x 70 cm

La habitación cerrada: BB con animales IV

Óleo sobre papel

42 x 29,7 cm

La habitación cerrada: BB con animales V

Óleo sobre papel

29,7 x 42 cm

Vagabunda

Pintura mural e instalación.

Tinta china sobre papel.

29,7 x 42 cm

Mujer con velo negro

Tinta china sobre papel

29,7 x 42 cm

Le saca piojos

Tinta china sobre papel

29,7 x 42 cm

Le agarra del pelo

Tinta china sobre papel

29,7 x 42 cm

Exposiciones